Ángela Pérez | Gente con escuela
Pertenezco a una generación para la que estudiar una carrera era de obligado cumplimiento por lo que decidí estudiar biología sin ninguna vocación por descarte de otras disciplinas que llamaban todavía menos mi atención. Durante el tercer año descubrí la genética y decidí hacer lo que fuera para trabajar en cualquier cosa relacionada con ella. Lo que no imaginaba es que la genética me conduciría a convertirme en empresaria.
Como empresaria accidental, cometí todos los errores que alguien puede cometer sin ninguna experiencia y sin MBA en la mochila. Tenía 23 años, acababa de descifrar el genoma de una planta y, alentada por la secuenciación del ADN y unos compañeros igual de entusiastas que yo, nos tiramos a la piscina del emprendimiento.
Sabíamos de secuenciar y de equivocarnos. Hoy sé que estos eran, sin duda, nuestros puntos fuertes. Pero no solo de ensayo error va esto del éxito (aunque tengo que decir que con nuestro primer plan de negocio ganamos un premio Bancaja, así que algo de intuición teníamos).
Nuestra empresa de soluciones genéticas a la que llamamos Sistemas Genómicos arrancó gracias a los 16 millones de pesetas que nos dio el banco y otros 16 millones que nos dieron nuestros FFF (Familiars, Fools & Friends). Y una vez en marcha, nos encontramos con empresas como Dacsa, que confiaron plenamente en nosotros el análisis de ADN de sus alimentos y materias primas. Luego vinieron Hero, ECI, El Pozo… y luego, el séquito del éxito: una cadena de desastres que aparecen en cualquier temario 1º de Master (ese que todavía no habíamos estudiado).
Cosas que no sabía y ahora sé
El timming es importante. Si tu empresa comienza a dar beneficios 6 años después y no tienes pulmón financiero, vas a sufrir o incluso a extinguirte.
Si no conoces el mercado, no puedes triunfar. Explora el entorno antes de lanzarte, utiliza a tus amigos, familiares, compañeros, profesores, contactos… todo tu universo es una gran fuente de información y más ahora en un mundo global y digitalizado con libre acceso a casi todo.
Ser flexible es mandatory. Si no eres capaz de flexar, no emprendas. Aquí tuvimos suerte, porque nuestro ADN investigador nos invitaba siempre a levantarnos, sacudirnos el polvo y volver al tema. Pero esto no es tan fácil para profesionales procedentes de otros ámbitos. Flexar sin agrietarse es fundamental.
Probablemente si hubiera cursado el DAGE antes de emprender, estos primeros errores no los habría cometido y nos habríamos ahorrado 6 años de despegue duros y costosos, tanto económica como emocionalmente.
Cosas que no habría hecho si hubiera tenido formación en el campo de la empresa
Los asesores deben ser siempre independientes de los accionistas. Nosotros cometimos el error de dejar entrar en el accionariado a nuestro asesor fiscal y acabó quedándose nuestra primera empresa mediante una operación en la que no tuvo ni que comprárnosla.
Nuestros socios tienen que ser personas referenciadas con una bio limpia de sospechas. Tener una sociedad no es una pachanga entre amigos, los negocios son los negocios, así que busca, pregunta, infórmate y duda todo el rato, hasta dar con los compañeros ideales.
Así volví a emprender después de mi primer fracaso y de cursar el DAGE en la Escuela de Negocios de Cámara Valencia
Los fracasos siempre acaban dejando aprendizajes y moralejas, sin embargo, al final también acaban dando sus frutos y la literatura empresarial ayuda a poner el foco. Así, en mi segundo emprendimiento supe de primeras cómo debía estar enfocado el diagnóstico genético. Y así monté/montamos Imegen, dejando atrás el golpe de Sistemas Genómicos. Ahora somos parte de un mega grupo llamado Health in Code, cuyo socio mayoritario es Alantra, un gran fondo de inversión que ha apostado fuertemente por nosotros y estamos triunfando a tope.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
- Teníamos una cantera de técnicos y compañeros de fatigas a los que invitamos a venirse al nuevo proyecto con una carrera profesional definida y, a juzgar por su respuesta, muy interesante para ellos.
- Procuramos cuidar nuestra imagen y dar nuestra versión, como se haría en un ámbito de crisis, así que los clientes lo tuvieron claro desde el principio: si a nosotros nos habían hecho todo eso el nuevo dueño de Sistemas Genómicos, qué podría hacerles a ellos… No hubo duda. La mayoría se vinieron con nosotros.
- La baza de los proveedores la jugamos personalmente. Nos reunimos con ellos y les expusimos nuestro plan de negocio. Fue emocionante el tesón que pusieron en buscar fórmulas para prestarnos los equipos mientras llegaban las ayudas públicas que nos permitirían pagarlos.
- Los bancos y nuestros amigos volvieron a confiar en nosotros y… sí, esta vez sí, el primer año dimos beneficios.
Ángela Pérez es VP Desarrollo de Negocio y Fundadora de Health in Code. Ha cursado el DAGE en la Escuela de Negocios de Cámara Valencia.22